Hacía mucho que no escribía aquí. No por nada en concreto, sino porque los días han ido pasando y los estudios me han estado pidiendo suficientes palabras escritas, como para dedicar tiempo también a este rincón. Pero desde hace unos días he empezado a sentir que lo necesitaba. Curiosamente, aunque no me gusta hablar de temas virales, es la serie más tuiteada del año la que me ha hecho sentirlo. Hay ciertas vivencias, reflexiones, sentimientos, observaciones... que abren o reabren partes de ti que se habían adormecido. Puede que sin ellas te sintieras bien, completa; pero también está bien que despierten, que aceptes esa última reflexión como algo que se ha añadido a tu manera de sentir, y que la conviertas en algo a poder compartir con los otros. Qué más da que sea un escrito en prosa, una pintura, un dibujo, una conversación, una canción, un poema, una performance, un monólogo... lo importante es que crees algo a partir de ello, de la forma que mejor disfrutes o más te desahogue, y que ese pensamiento, reflexión o expresión se relaje, dejándote seguir avanzando sin sentirte aprisionado por él.
Por desgracia, cuando se acumulan muchas cosas sin decir y decides hacerlo, o lo has intentado expresar sin recibir de los demás más que burlas, intolerancia, menosprecio o irrespetuosidad, puede que llegue un momento en el que sea demasiado tarde para que todo ello te deje avanzar. Y es lo que de algún modo le ocurre a la protagonista de esta serie llamada 13 Reasons Why, en la que la protagonista, Hannah Baker, narra las razones de su suicidio en unas grabaciones en cinta de casete unos días antes de terminar con su vida. Unas cintas que pedirá que sean escuchadas por los que en ellas son citados, para hacerles reflexionar sobre sus acciones y palabras, sobre decisiones que en un momento concreto tomaron sin importancia y que, junto a las tomadas por otros, han hilado una sucesión de experiencias personales en crescendo hacia la tragedia. La serie se llama trece razones haciendo referencia a las trece caras de casete grabadas por ella; pero en realidad hay impregnadas muchas "microrazones" más en esas cintas. Impregnaciones que afectan al ser, de un modo tan complicado y transversal como ocurre en la vida real, y es por ello que en realidad el tema del que trata, pese a no basarse en un caso real concreto, desprende posibles hechos reales a cada minuto. Parece ser que en el libro en el cual se basa la serie, Hannah no llega a morir, aunque sí lo intenta. Pienso que en este cambio argumental (junto con otros), la serie es más cruel, pero también más penetrante. Sirve como toque de atención a todos aquellos que piensen en suicidarse o que participen en actos de bullying; sirve para entender que no siempre hay posibilidad de rectificar, por muy frustrante que llegue a ser. El grado de empatía a la hora de tratar con los demás en nuestra rutina puede cambiar tanto nuestro modo de verlos y tratarlos... pero qué difícil es tenerlo en cuenta, con nuestra mochila de preocupaciones y prioridades a la espalda y como filtro a través del cual verles. La persona que tenemos delante nuestro puede estar en la más honda oscuridad, sin que nos demos cuenta de ello. Quizás lo intuyamos, pero no sepamos qué hacer para rescatarla, para hacerle sentir mejor; y huimos, temerosos de lo que podríamos conocer enfrentándonos a sus sombras. Pero no solamente se desprenden sentimientos de culpa del contenido de los capítulos, aunque a cada episodio crezca una incómoda desazón en el espectador que, como ya he insinuado, me ha llevado a escribir esta entrada. También ayuda a entender que como seres humanos somos, ante todo, imperfectos; que es imposible que sepamos hacer frente a todo, que encontremos soluciones para todo, que sepamos exactamente cómo afectan a los demás nuestras elecciones... Lo realmente importante es aceptar estas limitaciones para no omitir los errores, fingiendo que somos perfectos aunque ello haga daño a alguien... y buscando siempre apoyarnos en los demás para superarlos e intentar ser mejores, sin mentiras ni fachadas que protejan nuestra condición frágil e imperfecta. Condición humana, al fin y al cabo, que nos permite disfrutar y sufrir de la vida. No hay nada más vacío que la muerte. Ese punto y final es el único que puede frustrar por completo los asuntos pendientes de solucionar, y ahí está el motivo por el que el comienzo y final de la serie giran con gran éxito en torno a ella: Hannah ya no está, no podemos arreglar con ella las cosas; pero sí podemos arreglarlas con los que siguen aquí, los que tuvieron que ver con su final y los que pueden influir en el final de otros o de sí mismos. También podría estar ella todavía aquí, haber dado a conocer los hechos en vida para que los pocos que realmente la querían la apoyasen y la ayudaran a levantarse, aunque le resultara muy duro y no sintiese que nadie le diera pie a ello. Todos podemos ser víctima y verdugo de los demás, pero también de nosotros mismos. Debemos darnos cuenta de estas y otras cuestiones a las que da pie reflexionar la serie, aceptando el flujo de interacciones en el que estamos, lo queramos o no, siempre sumidos, como punto de partida para cambiar nuestra actitud frente a los demás y frente a uno mismo.
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Mayo 2020
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