Hoy he visto esta película. Sí, ya hace tiempo que se estrenó, ha protagonizado ya muchas críticas y opiniones. Aun así, aún no la había visto, y en realidad tampoco había leído nada sobre ella. Cuestiones como el que pudiera centrarse demasiado en la espectacularidad de los efectos especiales, o si dejaba de lado todos los otros que sufrieron el suceso para centrarse en los turistas, me habían acabado siempre apartando de tal decisión. Qué mala es la ignorancia, cuántas verdades oscurece.
En películas de este tipo, la sublimidad de lo dramático lleva al espectador a identificarse con el personaje, a sufrir con él y sentir su alivio cuando el protagonista vence los obstáculos. Pero en este caso no es tan simple. El testimonio real de la familia a partir de la que se pudo realizar tal obra cinematográfica dotó de una humanidad al proyecto, que queda patente el hecho de que, aunque ellos tuvieran la fortuna de escapar, muchos otros no pudieron. Los que desaparecieron, los que murieron, o los que no se alejaron del lugar por el hecho de que esa fuera su ciudad, su pueblo, teniendo que observar día tras día el derrumbe de su mundo, enfrentándose a sus restos sin descanso alguno... Se hace visible, e incluso se enfatiza al final, con la nota abierta por el protagonista: "Estamos en la playa". Ellos se van, afortunadamente; pero hay muchos que se han quedado en el mar, sin vuelta posible a la vida, o simplemente sin vuelta posible a la normalidad. Y más allá de la propia película, el "making off" me pareció más exquisito aún, pues revela cosas que, aunque se intuyen en el resultado final, no pueden mostrarse. La colaboración con la familia, el hecho de que Naomi Watts y María Belón entrasen tanto en contacto para que la actriz encontrara la esencia de la mujer que vivió tales momentos en su propia carne; las palabras de María Belón a la orquesta ("Así que el final de la película trata de explicar lo que no se puede contar con palabras. Pero vosotros podéis, porque sólo el Arte lo puede hacer."), y sobre todo, el que realizaran una de las escenas con gente que realmente sobrevivió a la tragedia, la dotan de una gran sinceridad. Contar tal reciente episodio histórico desde ese punto de vista quizás no cambie las cosas, pero sí sirve para no dejar en el olvido la tragedia: honrar a los que murieron, alegrarse por los que pudieron vivir, y sobre todo, mostrar cómo puede llegar a ser de solidario alguien que, pese a sentir el miedo de la muerte inminente, incluso el asfixiante dolor de las heridas, se siente con el deber de ayudar a los demás, conocidos o no. Eso, debería darnos mucho de lo que aprender.
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Mayo 2020
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