Entramos en las últimas dos semanas del año, en la Navidad. Y Facebook lo sabe. Lo sabe, y lo hace patente creando un "resumen" de "tu año" usando fotografías que hayas subido a la red durante el transcurso de este tiempo, a modo de último vistazo al "baúl de los recuerdos".
Pero, ¿realmente es apropiado titularlo "El año de X"? ¿Puede considerarse el material compartido en la red social como los momentos más importantes y memorables del año? Quizás sí con respecto a lo que se ha decidido mostrar en la red, o lo que otros han decidido compartir y en lo que uno también está presente; pero la superficialidad de tal resumen difícilmente conseguirá tal ambicioso propósito. Hoy en día, la excesiva importancia que se le da a las redes sociales convierte el perfil de cualquiera en una multiplicidad de álbumes en los que se debe mostrar qué es de uno, qué hace o compra, con quién ríe. Y si no aparece allí, es como si no hubiera ocurrido. Como si al no ser fijado por una cámara y su posterior subida a la red, la vivencia se evaporara en medio de lo existente. Y parece obligatorio fotografiar cada instante, incluso cada comida, cada gesto de nuestro propio rostro, cada salida. No obstante, hay quien se resiste. No porque no tenga una cámara que le permita captar aquello que desee, argumento poco creíble dado el número de aparatos electrónicos que incluyen una (móviles, tablets...), sino porque cuando uno está viviendo algo que sea trascendente, único, dure el tiempo que dure, no debería ser prioridad fijarlo en una imagen y compartirlo en las redes. Es más preciado el concentrar los sentidos en ese finito presente, grabarlo en la mente prestando atención directamente con la mirada, no fijándola en la lente o pantalla de un móvil o derivados. Por no decir de lo innecesario de fotografiar mediante diversos selfies el rostro que ya es observado en el espejo día tras día. Por supuesto que es agradable ver y compartir una fotografía que te gusta, que te importa, y es totalmente respetable. Mi énfasis en la vivencia deriva de esa para mí errónea concepción de lo que significa el año de una persona, y cómo de fácil se supone que puede ser mostrado mediante un sitio en la red. Un sitio en el que después de todo solamente mostramos la máscara de lo que deseamos parecer que somos hacia los demás. Máscara que, claro está, omitirá cualquier vivencia que no sea suficientemente agradable como para ser compartida, dejando al individuo como un ser que sin crisis, ni llantos o dudas, queda bastante incompleto, pues el modo en el que cada cual afronta sus adversidades será posiblemente lo que más va a dejarle huella y por tanto que más relevancia tendrá en su vida, aunque muchas veces apetezca dejar ese tipo de recuerdos encerrados en un cajón oscuro (sin perder la llave).
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Mayo 2020
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